Te abrí la puerta, es por la hora, por el cansancio, por el momento. La habitación se hace inmensa y la oscuridad llena hasta el último rincón en donde no entra la naranja luz. Te abrí la puerta, dudando la abrí, te asomaste a ella diste un ligero vistazo y regresaste a tu lugar, y de la ventana me hablaste otra vez.
Apenas te asomaste y decidiste no entrar, no te obligue a que entraras, no te dije pasa, sólo abrí la puerta y decidiste no entrar. No te dije que no tuvieras permiso, no lo hiciste por que no quisiste, por que no te interesa, por que no quieres escuchar.
Ahora tú estás allá, y yo estoy acá y no se si cerrar la puerta con llave o dejarla así como está. Ha tenido que pasar mucho para que me atreviera a abrir la puerta otra vez, todo para que no entraras, debería tirartela en la cara. Deberia...
No reaccionaste como las demás, aún sigues acá - sin estar acá - pero eso no significa que sea la mejor reacción.
¿Que debo hacer? La verdad quiero que entres, pero ¿Qué hago? ¿Te mando una invitación? No voy a pedirte que entres.
Estoy triste, estoy mal, pero no lo sabes, y si lo sabes pues te es indiferente. Eres indiferente. No me perdiste a mi, perdiste una parte de mí, no intentes recuperarla, déjalo así como está, sólo te pido no perder la otra parte. No me pierdas por completo, bueno no lo hagas si no quieres.
Perdón.
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