El sonido inquietante del reloj, las luces
naranjas del exterior, uno que otro auto que produce ruido con el motor... la
ciudad que nunca duerme afuera de esta habitación.
Horas tempranas y tardías, un teclado
descompuesto, un brazo lesionado, y un escritor con miles de palabras en su
demente mente.
Un dolor en la espalda que viene de repente,
el mismo sabor a veneno vuelve a mi garganta, y un calambre en el brazo que no
puedo mover.
Debí haber muerto...
En serio...
¿De qué sirve estar vivo?...
Si ahora estoy peor que antes...
Debí haber muerto...
Aún quiero morir.
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